Laura caminaba lentamente por las solitarias calles de piedra y adoquines que lo volvía todo muerto a su vista… no entendía como había acabado allí, sola, pero sabía que su marido la estaría buscando y que de todos, aquel lugar, aquella calle, en aquel pueblo maldito, aquel, era sin duda el más inseguro… allí la encontrarían…
Apenas unos días antes las cosas eran tan distintas… Xavier, su marido, la había llevado allí para alejarla del ensordecedor mundo que la rodeaba y que la enloquecía hasta haber tenido unos pensamientos totalmente reprochables para una mujer embarazada. Sentía a su bebé en sus entrañas y en momentos de sosegada clarividencia no entendía lo que la llevaba a tener esos deseos irrefrenables de cortar sus muñecas, de acariciar su marfilina piel con el acero quirúrgico de un escarpelo, tan afilado como las mentiras que se cuentan para fingir que todo esta bien, que todo es correcto, acariciar sus venas con un instrumento que a veces mata, pero que a veces salva, uno como el que su marido utilizaba es sus operaciones a corazón abierto, sintiéndolo latir entre sus manos…
Laura había soñado muchas veces con aquella imagen, el brillo que corta, un destello tan afilado que solo acariciando su piel deja una finísima línea roja y lo tiñe todo de sangre, grita su cuerpo que aquello no esta bien y sin embargo su rostro sigue sereno, Xavier maneja el escarpelo con cuidado y esmero, con una sonrisa ladeada que tanto la exaspera, de cirujano experto y ella de tonta bella… pero lo mira y siente sus manos en su cuerpo, removiéndola por dentro, y con un leve gesto saca su corazón y ella ve como sostiene su palpitante corazón mientras ella comienza a darse cuenta de que sin núcleo no puede vivir… y grita, y grita y se despierta y Xavier la mira como si estuviera loca, y Laura lo mira como si aun tuviera su corazón entre sus manos…
Pero la muerte dulce siempre la anhelaba, siempre la buscaba y aunque ella se escondía tras el corazón de su bebé, la llamada era cada vez mas clara y las marcas de sus muñecas le picaban…
Las cosas en la cabaña eran lentas y lejanas y los gritos sonaban amortiguados, en la lejanía solo podía distinguir un susurro que la nombraba… Un día, dando un paseo, llego al río el agua tiznada de rojo y supo que se acabaron las palabras amortiguadas, su marido era así, si del norte llegaban gritos y tormentos, allá iba, justo en esa dirección. Xavier tan solo tardo unos segundos en agarrarla de la mano y decidir ir al pueblo.
Era un sitio solitario y ruinoso, casi fantasmagórico pero Xavier insistía, en que hacia apenas unos días, había estado en ese mismo lugar, y que era un pueblo lleno de vida, de gente, de alegría, de niños corriendo y gritando, de un mercado lleno de frutas de brillantes colores y mujeres riendo con el rostro iluminado… y ahora todo era obscuridad y silencios rotos, por pájaros negros, que sobrevolaban el pueblo. Laura se acomodó en su chal de gruesa lana y acarició su prominente barriga, aun no sabia que era y solo le quedaban 2 semanas para saber si seria Nadia o Alejandro…Miraba todo tras su ventanilla bien cerrada y con el seguro puesto. Miró a su marido y deseo no tener un héroe a su lado. Sin duda su experiencia como militar le había conferido ese halo de heroicidad, que a ella simplemente le parecía entupido, pero que, formaba parte de su personalidad que perdidamente la enamoró.
Atravesaban lentamente el pueblo, solo una calle principal y una decena de callejuelas estrechas y serpenteantes también desérticas, constituían aquel lugar. Cada vez, Laura se encontraba mas asustada y por eso dudó de lo que había visto, incluso al proferir un pequeño gemido, dudo en repetírselo a su marido, pero éste insistió en que le contara lo que había provocado su reacción…
-Una niña… he visto una niña en mitad de la callejuela, con el vestido blanco manchado de sangre… se ha desplomado…- dijo, pero su marido la miró y con semblante severo decidió creer en su esposa, a pesar de su propia duda.
Xavier giró el coche, solo tuvo que esquivar los que estaban aparcados y le dio más miedo pensar que la ausencia de gente se debiera a algo que ocurrió de noche, por eso todo estaba en su sitio. Los negocios bien cerrados, las farolas aun encendidas, y nada en las calles, temía que los infiernos se habían desatado en el interior de esas casas y quería mantener a Laura fuera de sus presagios. Cerca de la calle, donde su mujer había visto a aquella misteriosa niña, vio una ventana y en ella, unas cortinas blancas, traslucidas, desgarradas por tres sitios y con sangre… como quiera que fuese, ya estaba ahí, debía saber que había pasado, pero en ese momento se odió a si mismo.¿ como podía ponerla en peligro?… era tan frágil, pero eso la hacia aun mas bella para él, la hacia amarla hasta limites insospechados y se preguntó por qué ese deseo por proteger al más desvalido… tal vez era por el mismo motivo que sentía la necesidad de curar…
Llegó a al callejuela, no quiso meter el coche para no tener una salida difícil, abrió la ventana del techo del todo terreno y miró desde lo alto… allí estaba, era una niña de unos 8 años, con un vestido blanco con sangre en la falda y estaba desfallecida, casi muerta… miró a su alrededor… nada. Debía salvarla.
-Cierra todas las puertas y ante el mas mínimo indicio de que algo vaya mal, sales pitando y no pares hasta la ciudad, ni si quiera pueblos cercanos, lo primero sois tu y el bebé.- Laura lo miro afirmando con la cabeza. Normalmente discutiría, pero esta vez tenía razón. Salió disparado hacia fuera, corriendo incluso, miró a todos lados y sin mas la tomó en brazos y volvió al coche a toda prisa.
-¡¡¡Vamos arranca!!!- dijo mientras subía atrás de un salto, Laura condujo a toda velocidad - Vayámonos del pueblo, llamaremos a la policía desde las afueras- dijo y tras unos minutos, la pequeña despertó asustada. Xavier preguntó que le había ocurrido, ella comenzó a llorar y entre lágrimas relató los hechos de los últimos dos días…
-… el pueblo se llenó de una niebla extraña, todos dormían cuando llegó y se marchó por la mañana… o al menos eso contó el matrimonio que vivía al lado y que fueron los únicos supervivientes… los niños despertaron en mitad de la noche y sin más cogieron cuchillos, palos, hachas, sierras… y sin más mataron a sus padres… sin mas acabaron con todo el pueblo… nosotros estuvimos en casa de mi abuela y llegamos por la mañana… ya no había niebla… ni personas adultas… llegamos a casa extrañados por el silencio y el matrimonio salió de su escondite, se salvaron porque su hijo es minusválido y no puede moverse… al parecer con la niebla llegó algo maligno, algo que les rozó, algo que los volvió locos, pero no sé que fué…- y la niña se echó a llorar desconsoladamente, Laura encontró el desvío a un pueblo, la niña continuó- hace un rato nos encontraron escondidos y sin más los mataron a todos y… dios había tanta sangre…- la niña temblaba, pero ya estaba mas calmada. Llegaron al pueblo, encontraron una comisaría y entraron rápidamente. Xavier dejó a la niña, que había tomado en brazos, en un cómodo sofá y entró a hablar con los policías, estos comenzaron a correr de un sitio a otro y ha hacer llamadas para averiguar que había ocurrido. Laura llegó a la puerta aun con el chal en los hombros y las llaves del coche entre las manos. Miró dulcemente a la niña y la sonrió, pero ésta no la veía. Observó entonces algo en sus ojos que la dejó intranquila, tenía unos ojos extrañamente claros y su sonrisa, tenía una mueca que le confería un aspecto de muñeca de plástico... falsa, fingida y sin duda retorcida…
- Bonitos ojos…-dijo Laura, muy seria y dubitativa.
-Gracias- dijo girando sus ojos, mirándola directamente a los ojos, pero sin mover un ápice su cuerpo, aun con la sonrisa en los labios…
-¿De que color son?- dijo cada vez mas asustada.
-Grises…- susurro con tranquilidad, en apenas un segundo y aun con aquella malévola sonrisa.
-…como la niebla…- dijo lentamente
-no deberías decir esas cosas, Xavier ya piensa que eres una loca, si dices que yo provoqué eso lloraré y a ti te quitará ese niño y te meterá en un psiquiátrico.
-…estabas débil, casi muerta y ahora… mírate… noto tu poder…
-…es lo que tiene vivir de la violencia… toco a esos niños y es como una peste… se contagian entre ellos y terminan tan llenos de violencia que matan a quienes mas quieren… ¿a quien quieren mas los niños…? Es una pena que no pueda meterme bajo la piel de un adulto… son mas fuertes e imaginativos… pero no pasa nada…- un grito y unas risas jubilosas sonaban en el parque de enfrente, los niños jugaban despreocupados a aquella hora de la tarde…Laura los veía desde la ventana… se acercó entonces a la niña… y de pronto esta deformó su rostro hasta convertirlo en una retorcida mueca mas parecida a un maldito demonio del infierno… y cuando Laura gritó el sonido no llegó a ningún sitio.
Un fuerte disparo resonó en la habitación y vió un tiro certero en el ojo derecho de la niña. Laura cayó hacia atrás y vió como aun la niña volvía hacia ella su rostro y seguía con aquella sonrisa vacía.
Un escalofrío rozó su alma.
-Cariño… ¿estas bien?... al parecer había otro superviviente en el pueblo… el cura permanecía encerrado en la torre de la iglesia. Relató que aquella niña vino hace dos noches con un matrimonio contando una historia horrible de que algo llegó a su pueblo con una tupida niebla. Al parecer la dejaron con los hijos del matrimonio y estos se volvieron locos, cada vez que tocaban a un niño a este se le ponía los ojos grises y mataba a los adultos… a todos…
-¿Y los niños?.... ¿siguen en el pueblo?... no vimos a nadie….
-No… los encontraron muertos… el cura dice que les consumía algo por dentro, se volvían delgados y pálidos y terminaban como esqueletos con una funda de piel…
-… les consumía la violencia… ella vivía de eso… sino hubiéramos aparecido se habría muerto allí mismo…
-no lo creo, creo que estaba fingiendo… se aprovechó de nosotros para traerla a este sitio…
Ambos se abrazaron y juntos salieron al exterior, fuera aun había luz del sol y los niños se reían ajenos a todo aquello.
-Durmamos aquí… iré a aparcar bien el coche, dame las llaves.
-No las tengo… es curioso las tenia antes en la mano, se me habrán caído con el susto
-Iré a buscarlas…- Xavier corrió dentro y busco las llaves por el suelo, pero entonces vió las llaves asomar bajo la manta que le habían puesto a la niña. Las arrancó de su mano delgada y pequeña y miró extrañado las llaves, levantó la mirada y observó a su esposa.
Un balón llegó a sus pies y ella lo tomó en sus manos. Un niño pequeño de unos 5 años corrió hacia ella y tomó el balón de sus manos. Laura sonrió y el niño puso una mano sobre su prominente barriguita.
Xavier observó intranquilo la escena, algo dentro de él estalló y gritó el nombre de su esposa…
Pero ya era tarde… aquel niño lo miró al escucharlo y su mirada y su sonrisa ya eran de niebla…
Fin.
Me ha puesto los pelos de punta la maldita niñita. (y nunca mejor dicho)
ResponderEliminarQUIERO LEER MAS!!!!