miércoles, 29 de octubre de 2014

Que importa el color...

Ruth había decido que esa iba a ser la ultima vez que un hombre le rompía el corazón. Para muchos de sus amigos, aquella era una frase que ya habían escuchado mas de una vez de sus labios, por eso mismo se sorprendieron tanto, cuando semanas mas tardes la descubrieron en el bar donde siempre solían quedar los viernes, acaramelada con una chica. Al principio todos se miraron alucinados y muchos creyeron que era un simple divertimento, un tonteo con el otro sexo que a los chicos les pareció excitante y a las chicas una manera de rebeldía.... Pero la noche fue avanzando y la chica no sólo era divertida y encantadora, la trataba como a una princesa. Cuando las copas fueron incontables, sus amigas la atrajeron al baño con excusas y la interrogaron... algunas hicieron comentarios que incluyeron las palabras experimentar y fase, pero lo que realmente sorprendió a Ruth es cuando una de ellas comentó que no debería engañar a la pobre chica, porque ella no era lesbiana y a la pobre se la veía muy pillada con ella. La noche terminó como siempre con Ruth en casa de aquella chica... Una ultima copa y sus labios, aún con el sabor al dulce licor de crema de whisky, rozaron la piel de su cuello. Ruth miró aquellos enormes ojos oscuros, acarició su larga y sedosa melena y cuando sus labios llegaron a la comisura de sus labios ella simplemente cerró los ojos y analizó ese beso. De pronto todas las dudas del mundo la asaltaron... la apartó de sí y agarrando su rostro entre las manos observó cada detalle. Ella sonrió y en su interior sintió un hormigueo que le recorrió la espalda hasta la rabadilla. Por un instante Ruth tembló como una niña, ella la miraba tentadora con una sonrisa picante en los labios y los ojos brillantes, se mordió el labio y sin más se abalanzó sobre ella, la devoraba con cada beso, la devoraba como una fruta madura y como tal se deshacía entre sus dientes, derritiéndose con el paso de su lengua por su escote. Ella le arrancó la ropa, los botones de su camisa saltaron disparados por la habitación, sus pechos quedaron desnudos y expuestos al roce de su lengua... Ruth se sentía extenuada de tanto placer. Su cuerpo ardía en llamas incandescentes, nunca antes había sentido nada igual, nunca antes se había abandonado tanto ante su propio placer, nunca antes había confiado tan ciegamente y se había dejado llevar de aquella manera. Sus manos y sus labios la conducían y la inmovilizaba y ella más se entregaba, notaba oleadas de placer y su voz se rompió en un largo gemido que lleno la habitación con su aliento entrecortado y el olor de la humedad de sus sexos.... Ni si quiera podía recobrar la cordura, ni si quiera podía tomar el control de su propia conciencia... ella era dueña de cada centímetro de su piel y como tal la asía contra su boca hasta notar como estallaba de manera rítmica y espasmódica. Sus labios subieron hasta su boca y la besó tan largamente que creyó que podía morir de felicidad en ese instante... Sin embargo, su mente volvía a divagar presa de las palabras que su amiga le había dicho.... acaso en un relación entre dos mujeres ¿una de las dos era la que terminaría rompiendo el corazón a la otra?, ¿acaso ella era ahora lo que tanto había aborrecido de los hombres? ¿alguien que mentía, que se dejaba llevar presa del deseo sin importar los sentimientos?... Mentiras, solo podía oír en su mente lo mentirosa que era y el daño que le estaba haciendo al callar. Recordó cada rotura en su débil corazón, recordó como cada mentira, cada engaño y cada menosprecio lo había maltratado, dejándola sumida en la sensación de ser insignificante para la persona por la que ella tanto sentía, casi podía ver en su indiferencia las palabras -no vales nada- escritas en neon. Reconoció que pensaba que eso no le pasaría en una relación de mujeres, pero lo que nunca pensó es que refugiarse en una relación con una mujer le haría mentir para conseguir esa paz que pensaba que se merecía. Aquello la convertía en uno de esos egoístas que tanto había criticado, uno de esos hombres que tanto la dañaron por no ser sinceros, con tal de tener, lo que ellos pensaban que se merecían. Por un instante se sintió sucia, por un momento se sintió desmerecedora de aquellos besos que tanto la habían colmado... -Lo siento.... no quiero hacerte daño. -¿Por que lo ibas a hacer?- dijo sin dejar de recorrer de manera incesante sus turgentes pechos con las yemas de sus dedos. -Te he mentido... no soy lesbiana. La joven sonrió, y con un dulce beso acalló sus labios antes de que de ellos salieran mas palabras...- nunca dijiste que lo fueras, pero esa es la ventaja de ser mujer, no tienes que ser lesbiana para estar con otra mujer... y no me has mentido, si tus besos fueron sinceros y si cuando notaba que te derretías cuando te estrechaba entre mis brazos, lo hacías tan solo porque eran mis brazos los que te estrechaban... Aquella noche durmió entre sus brazos convencida de aquellos eran los brazos entre los que deseaba estar y sin poder evitarlo, pensó en todas y cada unas de las personas que ella había amado y no se arrepentía, ni siquiera de todos aquellos que le habían hecho daño, pues ahora más que nunca, estaba convencida de que el amor no se daba a quien uno elegía. Y no siempre es amor lo que sientes por otra persona, pero no deja de ser puro y sincero, si cuando estas con esa persona lo das todo sin importar nada... Y que más da el mundo entero cuando sientes tu alma estallar cuando esa persona te toca... No, definitivamente los sentimientos no entienden de colores, porque los buenos besos, besos de los de sentimiento del bueno, se dan con los ojos cerrados... ¿quien dice entonces que los sentimientos tienen genero? Tal vez no era amor, porque el amor es lo que es, y cada uno lo vive a su manera y lo sientes o no lo sientes, sin importar lo que otros digan, o si la gente piensa que es o no correcto.